Bienvenid@ al capítulo 73 de CLQTD, el podcast en el que tratamos todas aquellas cuestiones relativas al mundo de la persuasión, el hablar en público y, en general, ya lo sabes, las habilidades comunicativas necesarias para influir e impactar en los demás.
Vale, veo que hay personas a las que no ha gustado mi presentación. Y, en realidad lo entiendo porque no ha podido ser más pedante.
Y es que, la presentación puede ser solo una de las formas de fastidiarla cuando hablamos en público pero hay muchas más y, si te parece bien, me gustaría explicarte 7 de ellas, lo que, parafraseando al famoso libro, he dado en llamar los 7 hábitos altamente efectivos para fastidiar una presentación.
Así que, a eso nos vamos a dedicar en unos instantes.
Mentoría para hablar en público y ser más persuasivo.
Antes quiero que sepas que si crees que tienes que mejorar en tus presentaciones en público o si quieres mejorar tu capacidad persuasiva o si diriges un equipo de trabajo y quieres generar más impacto en él, puedo ser tu mentor y ayudarte a mejorar en esta competencia.
Solo tienes que escribirme a través del formulario de contacto de Interaccion Humana, eninteraccionhumana.es/contacto, me cuentas brevemente qué necesitas y en seguida hablamos y nos ponemos en marcha.
Los 7 hábitos altamente efectivos para fastidiar una presentación en público.
Venga, vamos con los dichosos hábitos para fastidiar una presentación en público, esas formas creativas de hacer que las personas desconecten de lo que estamos diciendo.
Yo te voy a presentar 7 de las más comunes o, al menos, de las que he podido observar más a menudo pero, de verdad que las personas somos muy creativas a la hora de meter la pata cuando hablamos delante de otras personas.
Tengo que aclarar que los errores de los que voy a hablar no tienen que ver con cuestiones técnicas, si no más bien, con malas prácticas de los ponentes.
Vamos con la primera, que seguro que te suena.
Hábito 1. Preséntate como si fueses Dios.
Si sigues este podcast desde hace algún tiempo ya me habrás escuchado hablar del ethos, ese pilar de la persuasión que tiene que ver con convencer a los demás por ser alguien relevante para tu audiencia.
Lo que ocurre es que la línea entre mostrarse como alguien relevante y ser un cretino arrogante y presuntoso puede ser muy delgada.
En general nos gustan las personas humildes y, mientras más relevantes son, más nos gusta que sean llanas y sencillas. Pero, sobre todo, lo que no nos gusta son las personas pagadas de sí mismas, aquellas que, en cuanto pueden, alardean de lo que tienen o de lo que saben.
Eso no quiere decir que cuando tengas que hablar en público no resaltes los motivos por los cuales estás allí para hablar porque, lo que no quieres, es que la audiencia llegue a la conclusión de que no tienes nada que aportar.
Entonces qué tienes que hacer, qué es lo primero que hay que tener en cuenta al presentarte cuando vas a hablar delante un público: pues que… si puedes, no te presentes.
A ver, me explico. Lo ideal es que no te presentes tú, sino que lo haga otra persona. ¿Por qué? pues porque siempre queda mejor que te alaben los demás que el alabarse uno mismo.
Por ejemplo, si se trata de una formación o de una conferencia, es mejor que te presente alguien de la organización y para que no haya problemas, envíale por escrito lo que quieres que diga de ti porque, además de que le haces un favor porque le ahoras trabajo, te aseguras que te presenta tal y como tú quieres y, por ejemplo, no se equivoca con tu apellido, o con el nombre de tu empresa o con tu formación, que todo eso me ha pasado a mí; no te hablo de oídas.
En el caso de que tengas que presentarte tú, no pasa nada, simplemente recuerda que a las personas cada vez más nos importa menos qué cargo o qué formación tienes porque, entre otras cosas, afortunadamente, el acceso a la formación de segundo y tercer ciclo cada vez es más fácil para todo el mundo.
A las personas nos interesa qué has hecho, cómo lo has conseguido y por qué problemas has pasado y eso tienes tiempo de explicarlo durante tu charla.
En general, tienes que evitar el «yoísmo», el yo he hecho, yo he conseguido, yo soy. Si tienes un libro o un podcast o una empresa y quieres nombrarlos, pues lo dices, no pasa nada; pero lo que no gusta es que hables de ti como si fueses un súper-héroe de la Marvel.
Además hay otra cuestión a tener en cuenta para no parecer Ironman y es la siguiente: si en tu presentación estás proponiendo que las personas realicen algún tipo de cambio y ese cambio es costoso o difícil, pueden llegar a la conclusión de que ese cambio solo es posible para personas, digamos, «especiales» o «escogidas» como tú pero no para seres normales y corrientes como ellos y lo que va a provocar es que lleguen a la conclusión de que no vale la pena esforarase, por muy bien que suene lo que propones.
Esto me lleva a hablar del segundo error:
Hábito 2. Aburre a los asistentes explicando todo lo que has hecho en tu vida.
Vale, te acabo de decir que si tienes un libro, lo digas, que si tienes un podcast, lo digas, que si tienes una empresa, lo digas… pero siempre que eso sea relevante para el tema que tienes que tratar; si no es así, no lo digas porque en estos momentos es posible que no le interese a nadie.
Por ejemplo, yo estuve 13 años de mi vida dedicándome al adiestramiento canino y compitiendo en agility, una deporte fantástico que se realiza con perros, pero eso no es relevante para este podcast, así que, ¡a quién le importa más allá de la anécdota!
Otra cosa sería que, por lo que sea, la conversación dé pie a comentarlo pero, en principio, es una información irrelevante para este podcast.
Te voy a explicar algo que es absolutamente cierto y que pasó cuando yo estaba cursando el máster en dirección de RRHH y Consultoría, ya hace muchos, pero que muchos años. En su primera clase, un profesor de ese máster estuvo presentándose desde las 9 de la mañana que empezaba la clase, hasta las 11, que era cuando hacíamos la parada para el desayuno. ¿Y sabéis qué? Ese profe fue uno de los peores valorados del máster y, en buena parte, estoy seguro que fue porque su presentación fue desquiciante. Y os puedo asegurar que ese profesor es una eminencia de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia pero…
Por lo tanto, ve al grano, ofrece la información que sea relevante para el tema que tienes que tratar y, por Dios, sé conciso.
Hábito 3. Pedir perdón por hablar.
Este error tiene diversas variantes pero, en general, se podría resumir con la frase «yo no debería estar aquí hablando delante vuestro».
Es decir, todo aquello que tenga que ver con minusvalorarte antes de hablar en público, no lo debes hacer porque la audiencia puede pensar que lo que vas a decir, carece de valor.
Como te he dicho, este grupo incluye diferentes versiones, por ejemplo:
– «Voy a intentar no aburrirles…»
– «Mi jefe o jefa me ha dicho que la charla la dé yo».
– «En realidad yo no soy un experto en este tema, el experto es Fulanito».
– «Tenía que haber venido la Directora pero no ha podido venir»
– …
También hay otro grupo de frases que entrarían aquí y que tienen que ver con la categoría «yo no sé hablar en público». Aquí estarían, por ejemplo, frases como:
– «Estoy un poco nervioso porque no estoy muy acostumbrado a hablar en público».
– «No se me da muy bien hablar en público», etc.
Solo hay una salvedad a todo esto que os estoy contando y es que utilices estas frases como estrategia. Me explico. El hispánico Quintiliano recomendaba una técnica para ganarse a la audiencia, la técnica de la «dubitatio» que consistia, precisamente, en comenzar el discurso expresando alguna duda para, posteriormente, ir de menos a más.
Por ejemplo, imagina que dices lo siguiente «Intentaré no ser torpe con mis palabras y superar mi timidez para poder expresar con sinceridad todas las emociones que ahora mismo siento».
Como ves, aquí digo que soy tímido y de palabra torpe para ganarme la simpatía de la audiencia pero lo hago estratégicamente, como recurso retórico.
Vamos al cuarto error:
Hábito 4. Salva la vida a la audiencia, demuestra a los asistentes que eres quien más sabe del tema.
Este punto es parecido al punto 1 el de presentarte como si fueses Dios, solo que aquí no se refiere a la presentación, sino al desarrollo del discurso.
Vale, vamos a ver si soy capaz de dar una pauta clara sobre esto. En una presentación en público, el Master & Commander es el público, no tú. Los héroes de la peli son la audiencia, no tú, por lo tanto, la audiencia no requiere de ti que los salves de nada.
Si te presentas antes ellos como la persona que vienes a iluminarles, a sacarles de la inopia, a hacerles evidentes que, a diferencia de ti, no saben nada del tema, lo único que vas a conseguir es que te perciban como alguien arrogante y ningún arrogante es ser persuasivo o, al menos, es muy difícil que lo sea.
He visto a muchos ponentes actuar encantados de haberse conocido, siendo los reyes en una fiesta en la que, en realidad, son los invitados.
Recuerdo un caso que me molestó especialmente, además, un caso reciente. Durante uno de los módulos de mi máster de Comunicación no Verbal, uno de los profesores no perdió la oportunidad de ponerse continuamente como ejemplo a la menor oportunidad que tenía. La cuestión es que acabó hablando más de él que del tema que tenía que explicar.
Esto no significa que no puedas explicar tus vivencias o tus experiencias pero, primero con mesura y, segundo, sin parecer que eres la octava maravilla del mundo y una persona infalible.
He tenido muchos profesores y profesoras en el máster y te aseguro que a éste es al que peor nota le di, con diferencia.
El siguiente error también es muy propio de profesores, sobre todo, y lamentablemente, de profesores universitarios.
Hábito 5. No pierdas la oportunidad de hablar sin que se te entienda.
Ya sé que es una cosa muy obvia pero todavía hoy ocurre que muchos ponentes no son capaces de entender que no deben hablar con jerga, a menos que la audiencia participe de ella.
Os pongo un ejemplo típico y perdonadme los médicos, informáticos y, en menor medida, los abogados. ¿Te ha pasado alguna vez ir a la consulta de un médico y no entender realmente qué te ocurre? ¿Te ha pasado alguna vez pedir ayuda a un informático y no entenderles? ¿Te ha pasado alguna vez tener que tratar con un abogado y no enterarte de lo que te está diciendo?
Pues eso no puede ser cuando hablas en público.
Mira, tú tienes que averiguar el grado de conocimiento técnico que tiene tu audiencia y adaptar el mensaje a ese nivel y si tienes que utilizar algún tecnicismo, lo explicas y ya está.
Imagina que yo te digo que la háptica y la oculesia son dos de los canales expresivos que menos se han tenido en cuenta en los análisis de comportamiento no verbal, dando por hecho que sabes lo que es la háptica y la oculesia. Realmente, si no sabes lo que son, no vas a poder seguir el discurso o el razonamiento que hago porque van a quedar huecos de información que no vas a poder rellenar o que vas a rellenar a tu manera, intuyendo lo que son estos dos canales.
Eso no puede pasar. Lo que debo hacer es explicar que la háptica es el canal de comunicación no verbal que tiene que ver con el tacto y que la oculesia es el canal que tiene que ver con la mirada, así sabrás qué es lo que estoy diciendo y podrás seguirme.
Ahora bien, si tu audiencia es igual de técnica que tú, no hay problema en utilizar jerga porque los oyentes van a compartir ese «idioma».
Vamos al sexto hábito para cargarte una presentación.
Hábito 6. Sé incongruente: demuestra lo contrario de lo que dices que se ha de hacer.
Una magnífica forma de cargarte tu presentación es que la audiencia llegue a la conclusión de que una cosa es lo que dices y otra diferente lo que haces. Si eso pasa, estás perdido.
A veces es muy evidente, por ejemplo, una formación sobre hablar en público en la que el formador o la formadora no es capaz de enganchar a la gente.
En otras ocasiones, la cosa es más sutil. Por ejemplo, siguiendo con la formación, el formador que te está hablando de habilidades sociales y que a la hora de desayunar o comer con el grupo notas que es tímido y que se siente cohibido.
O aquella otra persona que, por ejemplo, realiza comentarios inapropiados, bien sea políticos o religiosos o sexistas. Es fácil que la gente pueda llegar a la conclusión de que una cosa es la que dices en clase y otra la que haces fuera.
Otro caso puede ser la de aquellas personas que hablan sobre estas cosas de cómo ser feliz y resulta que descubres que su vida es un desastre. Créeme que conozco bastantes ejemplos de esto y te diría que hay un cierto patrón en el mundo de la autoayuda.
Déjame ponerte otro ejemplo. Aquella persona que habla de salud y resulta que tiene sobrepeso.
Tienes que recordar que el escenario es un teatro y que la función acaba cuando la audiencia te pierde de vista, no cuando terminas tu discurso y estos ejemplos son bastante evidentes pero las personas tenemos un cierto radar para detectar incongruencias en los demás.
Hábito 7. Critica, difama, habla mal de otras personas.
El séptimo y último de los hábitos para destrozar tu presentación es criticar o difamar a otras personas.
Esta es una de los hábitos que mejor funcionan si lo que quieres es quedar mal delante de una audiencia.
Aunque pueda parecerte increíble, hay personas que piensan que van a ganar prestigio criticando el trabajo de otros y lo que consiguen es todo lo contrario porque, entre otras cosas, no nos fiamos de las personas que critican porque, en el fondo, pensamos que podrían hacer lo mismo con nosotros.
Para resaltar tu trabajo no necesitan tirar por tierra el de los demás. De hecho, vas a gustar mucho si haces todo lo contrario. Si resaltas el trabajo de otras personas, incluso de tu competencia, la audiencia, no solo empatizará contigo, sino que caerás bien y como sabes, caer bien es un elemento primordial para persuadir.
Pues ahí lo tienes, 7 hábitos para destrozar cualquier presentación en público, 7 hábitos de los que espero que te mantengas bien alejado.
Nos vamos.
Y eso es todo, chicos y chicas, nos vamos, hasta aquí este episodio veraniego de «Créeme lo que te digo». Bueno, veraniego aquí en el hemisferio norte, a mis queridos hermanos y hermanas de Sudamérica, espero que no estéis pasando demasiado frío.
Bueno, lo dicho, que muchísimas gracias por estar ahí una semana más y, ya lo sabes, si crees que esto que hacemos merece la pena te agradecería que no te olvidases de decirle a tus conocidos que existe este podcast, en el que intentamos ofrecer información útil sobre habilidades de comunicación.
Y, además, abusando de tu amabilidad me gustaría que valorases este podcast con 5 estrellas en ITunes o que me dejes un comentario en la plataforma desde la que me escuches. Ya sabes que eso me ayudará a que más personas descubran el podcast.
Lo dicho, que quiero encontrarte aquí dentro de 15 días, en el episodio 74 de «Créeme lo que te digo». Hasta ese momento, Por favor, sé feliz.
Hasta luego persuasores.
Sobre el autor: Óscar Fernández Orellana
Es psicólogo-coach, formador y asesor en comunicación persuasiva. Dirige Interacción Humana, y es autor y editor del podcast sobre persuasión «Créeme lo que te digo». También es autor de Así persuaden los líderes. Es profesor del postgrado de Comunicación Persuasiva de la Universidad de Barcelona.