Hace ya varios años que me dedico a enseñar habilidades que tienen que ver con aprender a persuadir y, fruto de ese empeño, he diseñado varios programas de formación que consisten en aprender a presentar y confrontar ideas, es decir, aprender a debatir.
En ocasiones, algunas personas responsables de RRHH o de formación me preguntan para qué sirve esto de aprender a debatir, qué provecho profesional concreto extrae alguien aprendiendo a argumentar y exponer ideas.
Así que he pensado que sería una buena idea plasmar, negro sobre blanco, estas ventajas.