Una de las habilidades más importantes a la hora de argumentar es también una de las que menos se atienden: saber de qué estamos tratando. Puede parecer obvio pero numerosos debates se enturbian porque las partes pierden de vista el objeto de discusión. En este artículo vas a aprender cómo tienes que proceder para demostrar o refutar la existencia de un hecho.
Como expuse en mi artículo «Estas son las cuestiones por las que discutimos», en una disputa, determinar si un hecho ocurrió o no, es lo primero que debe quedar claro para las dos partes ya que sería absurdo (y confuso) debatir, por ejemplo, acerca de la conveniencia o no de algo, de si es bueno o malo, sin haber determinado primero si el hecho se produjo o no. Sería como enfrascarnos en una disputa acerca del color de las paredes de la habitación de los niños, sin saber primero si la mujer está embarazada o incluso, si la pareja quiere tener niños.
Dos partes discuten la existencia o no de hechos que no son evidentes. No discutimos (espero) sobre acontecimientos ante los que existen certezas (es de día o de noche, habla o calla, ha subido la bolsa o ha bajado), sino que la disputa se centra en aquellos hechos no evidentes, ante los que no cabe sino realizar conjeturas: Fulanito mintió (o no), Menganito tiene cuentas en Suiza (o no), Zutanita se escapó en su coche ante el alto de la policía (o no).
Lo que nos ocupa en este punto es, por tanto, si el hecho se produjo, se producirá, existe la intención de que se produzca o no.
Dado que estamos ante una conjetura, los pilares de nuestra argumentación se centrarán en dos aspectos:
a. ¿Existen indicios o motivos de que el hecho se produjo? Entendemos por indicios aquellas señales indirectas de la presencia de algo. Por ejemplo, que alguien tenga una gran suma de dinero cuya procedencia no puede explicar, es indicio ¿de…? Claro está que el valor de un indicio tiene que ver con la fuerza con la que se aprecie la relación entre éste y el hecho.
«Si los secretarios generales del PP están todos aquejados de amnesia intermitente, si nadie desmiente las cartas de Bárcenas reincorporándose a su puesto de trabajo, mucho después del tiempo en el que, según Rajoy, ya no tenía nada que ver con el PP… Es que, en efecto, hubo más de 20 años de irregularidades contables, de ilegalidades varias y de competencia electoral fraudulenta. Y que, en efecto, Rajoy mintió en el Parlamento», reflexiona la número dos del PSOE, que sentencia que todo «es lo que parece, como el pato». Diario El Plural.
«…Por este y otros casos, el auto ve indicios de que las facturas giradas por Anna Vidal contra Sergi Alsina son elaboradas como medio ad hoc para justificar los ingresos que Alta Partners efectúa a las cuentas bancarias de las sociedades de Anna Vidal por servicios no prestados realmente por ella, sino prestados por Pujol al mover sus “influencias políticas”». Diario Crónica Global
Por otro lado, nuestra creencia se refuerza cuando encontramos en alguien motivos para hacer algo. Estos motivos se incluyen en dos categorías: motivos para alcanzar un beneficio o motivos para evitar un mal. Así, si quien defiende la existencia de un hecho, lo apoya con uno o varios motivos, gana en capacidad persuasiva.
«El tamaño de la pantalla es el segundo motivo por el cual daré el salto al iPhone 6. Cuando hice la comparativa del iPhone 5 contra el LG G2 ya dejé claro mi postura frente a las pantallas de mayor diagonal y si el tamaño del terminal es ajustado, al final te terminas acostumbrando a una pantalla grande y una vez que lo has hecho, ya no quieres nada más pequeño». http://www.actualidadiphone.com
b. ¿Los hechos parecen posibles o mejor, probables? En general, en este punto no nos basta con que un hecho sea posible para apoyar la existencia de algo; la mayoría de las veces hace falta que se perciba como probable, cuando no previsible
«¿Es posible la expansión con deflación? Posible lo es todo, hasta que caiga el cielo, pero no es probable. Con la expandeflación ocurrirá lo mismo que con la “austeridad expansiva” que las autoridades defendieron contra toda razón y evidencia. Es un wishful thinking, un deseo de la voluntad, pero no un producto de la razón económica. Veamos por qué.» Sección de economía del Diario El País
Si alguien puede demostrar que hay indicios claros, que existen motivos y además de ser posible, es probable que los hechos se diesen, es altamente probable que se lleve el gato del convencimiento al agua.
Por lo tanto, en una discusión real, quien quiera defender que un hecho dudoso se ha producido alegará que todo indica que ocurrió porque:
- existen indicios.
- hay motivos.
- de hecho, hay beneficios.
Si se dan estas tres condiciones diremos que el hecho es verosímil, es decir, con apariencia de verdadero.
«La titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Lugo, Pilar de Lara, señala que hay indicios suficientes y existen motivos para interrogar al portavoz del PP en el Senado, José Manuel Barreiro e indagar si cometió un delito de cohecho y recibió 5.000 euros de la empresa Vendex —eje de la ‘Operación Pokémon’—». Diario El faro de Vigo.
Por el contrario, quién tenga por objetivo refutar la existencia de un hecho indicará que:
- que no es posible o es muy difícil que se dé el hecho, tan difícil que casi es imposible.
- que no existen motivos, que no sale beneficiado o, mejor, que la existencia del hecho supone un perjuicio.
- que los indicios no están relacionados con el hecho, que no demuestran nada, etc.
Si deseamos establecer un orden para defendernos de la acusación de haber cometido un acto, lo haremos de esta manera.
- negando la posibilidad del hecho. “No es posible porque…”
- negando la verosimilitud. “No es probable porque…”
- sosteniendo que no hay pruebas. “Esto no demuestra nada porque…”
«La argumentación de la defensa se centra, por una parte, en recordar que la Agencia Tributaria ya descartó en su momento que la Infanta hubiera podido cometer cualquier tipo de fraude fiscal».
«El recurso se basa tanto en razones sustantivas, como sería la falta de relevancia penal de las conductas que se imputan a Doña Cristina, como también en la ausencia de indicios racionales que avalen la verosimilitud de dichas imputaciones». Diario ABC.es.
Con estos pasos que acabamos de comentar, ordenamos nuestro pensamiento para discernir —asegurar o refutar— la existencia de un hecho. El siguiente artículo lo dedicaremos a conocer cómo argumentar cuando el motivo de la discusión tiene que ver con el nombre que le damos a la cosa.
Antes de finalizar, quiero señalar que lo que aquí he expuesto está basado en los estudios de Ricardo García Damborenea sobre lógica y razonamiento, recogido en su libro Uso de razón, cuya lectura recomiendo.
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Óscar Fernández Orellana
Director de Interacción Humana
Psicólogo – Coach, formador, consultor de comunicación.
Autor de Así persuaden los líderes